Colorado era el viejo río.
Dicen que sus aguas torrentosas,
se parecían a un reguero de sangre
en medio del monte patagónico.
Solitario oasis de la llanura,
donde un puñado de hombre y mujeres,
encontraron en su margen, un lugar,
una buena parada para echar raíces.
Corazón de arcilla rojiza,
remolinos y hondonadas traicioneras,
Inquietan su desteñido pasar,
desde los andes al imponente mar.
Hoy sus aguas son otras,
la acción del hombre y su progreso
han cambiado su color espeso
por el de un cauce casi cristalino.
Es verdad, ya no es el mismo,
Pero aún trae con sus aguas
la esperanza de todo un pueblo ,
que está convencido que a su orillas
se encuentra su lugar en el mundo.
marcla_rc2011
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