Es tiempo de disfrutar, tiempo de unas de merecidas vacaciones
para rendirte ante tus antojos.
Puedes dar un paseo sin tener que llegar a ningún sitio, bailar, cantar, dejarte llevar…
La satisfacción por el deber cumplido te ha traído un periodo de placentera quietud interior.
Mágicos instantes que aprovechamos para tornarnos más receptivos a cuanto nos rodea, porque entonces la vida se vuelve creativa y los deseos comienzan a brotar de nuestro interior.
En esos momentos te das cuenta, también, de que el futuro se ha convertido en un campo fértil para sembrar con tus propios sueños y que has recibido las herramientas necesarias para aventurarte a explorar rumbos desconocidos.
Lánzate al ruedo con los ojos abiertos y la mirada al frente
Sin perder jamás las alegría y la inocencia de los niños.
Recuerda que para ellos no existen los límites. Y ponte tantas metas como la imaginación te lo permita.
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